En todos los viajes a Turquía, una visita a Estambul es obligatoria. Esta ciudad milenaria, a caballo entre Asia y Europa, ha atraído a los visitantes durante siglos. Un fin de semana no es suficiente. Pero en caso de no disponer de más días os proponemos esta sencilla ruta para pasar un día perfecto en una de las ciudades más fascinantes del mundo.
Primer día en Estambul
Lo mejor es levantarse temprano, desayunar fuerte para cargar las pilas y encaminarse al distrito de Sultanahmet. Esta zona posee los dos principales lugares de interés de Estambul: la iglesia de la era bizantina , ahora mezquita, Santa Sofía, con su famosa cúpula. Y la Mezquita Azul, la más importante en términos religiosos, recubierta de millones de azulejos. En todo el área que circunda estos dos monumentos hay decenas de museos y otros lugares de interés histórico para mantenerte entretenido durante varios días. Son recomendables el Museo de Arqueología, el Museo de Artes Turcas e Islámicas y la Cisterna Basílica subterránea. Para acabar esta agotadora mañana, lo mejor es darse un paseo por el Hipódromo, donde en la antigüedad se celebraban carreras de carros.
Hay que hacer una parada para comer. Lo mejor es seguir la máxima donde fueres, haz lo que vieres. Por eso te invitamos a unirte a los trabajadores locales en un humilde lokanta, restaurantes que sirven comida casera. Si no queremos perder mucho tiempo, otra buena opción es comprar algo para almorzar en un puesto callejero. Pide un pide, un pan turco con múltiples opciones de relleno denominado pide. Delicioso. Tras cargar las pilas, un paseo por el Gran Bazar es menester. Seguramente acabes comprando alguna cosa. El consejo aquí es extensible a cualquier compra que efectúes en el país: regatea. Pero aquí con más fuerza. Un paseo por el cercano Bazar de las Especias te transportará a múltiples lugares del mundo y te dejará asombrado con tal amalgama de colores, sabores y olores.
Al caer la noche, hay múltiples alternativas para cenar. Lo mejor, sentados en una mesa y no cortarse en probar múltiples delicias. Si aún quedan ganas de continuar, una opción relajada es tomar un barquito en los muelles de ferry de Eminönü hacia Karaköy y disfrutar de las maravillosas vistas nocturnas de la ciudad. La vida nocturna corre junto a la calle Kadife Sokak o Bars Street, con ambiente hasta bien entrada la madrugada. Y a dormir, que el día siguiente viene cargadito.
Segundo día en Estambul
Fue la sede del inmenso poder otomano durante más de cuatro siglos. El Palacio de Topkapi sigue siendo impresionante. El lugar de residencia de los sultanes que gobernaban este fastuoso imperio. Necesitarás varias horas para recorrerlo entero. Hay que pagar extra, pero merece la pena entrar en el Harén del sultán y sus múltiples habitaciones. Después, un paseo por el exterior. Desde sus impresionantes jardines se pueden divisar algunas de las mejores vistas del Cuerno de Oro y del resto de la ciudad.
Para no perder tiempo, se puede degustar un anillo de pan cubierto de semillas de sésamo mientras nos encaminamos a la Torre Gálata, cruzando el Cuerno de Oro. Desde su atalaya se puede ver casi toda la inmensa urbe. Después, tómate tu tiempo para recorrer el distrito de Beyoğlu a pie o en el mítico tranvía. Las calles estrechas de Beyoğlu son estupendas para pasear y hacer descubrimientos inesperados. Explore las galerías, cafés, edificios históricos y boutiques de este área moderna de Estambul.
Al caer el atardecer no hace falta cambiar de barrio. Beyoğlu es uno de los puntos calientes para cenar y tomar algo de la ciudad. Aquí se localizan alguno de los mejores restaurantes de los más afamados chefs de la nueva escena de la capital. Tras una experiencia gastronómica, ¿qué tal una cerveza para rebajar la cena en uno de las decenas de locales que abarrotan las calles aledañas?. Y ya, de vuelta al hotel, algo dulce en los puestos callejeros para ir a dormir como un auténtico sultán.
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