La magia de Estambul es tan embaucadora que hace que hasta los monumentos menos conocidos tengan un enorme valor histórico-artístico. Si no ha habido tiempo en un primer viaje a Estambul o Turquía de visitar las obras de arte que les presentamos a continuación, no pasa nada, siempre habrá ocasión de disfrutar de una nueva escapada a esta maravillosa tierra y qué mejor que hacerlo de la mano de Eturquía. A continuación les detallamos cuatro monumentos que tienen relación con los cuatro elementos naturales, el agua, la tierra, el fuego y el aire y que no están entre los más conocidos de la mayor ciudad turca.
La Basílica de la Cisterna: Agua, fuente de vida, es lo que almacena esta antiquísima y enorme cisterna subterránea en pleno centro de Sultanahmet. Posiblemente el monumento menos típico de todos los que jalonan Estambul. La bóveda se construyó durante la época de Justiniano con la finalidad de proveer de las necesidades de agua del Gran Palacio, emplazado a escasos metros. Se trata de una amplísima estructura para almacenar agua, sustentada por 336 columnas de 8 metros de altura. En la actualidad sólo puede visitarse un tercio del complejo, acompañado de poca luz y música clásica. Como curiosidad hay que señalar que allí habitan miles de peces que mantienen las aguas limpias.
La Torre Beyazit: Se encuentra dentro del patio principal de la universidad de la ciudad, cerca de la plaza del mismo nombre. Su elemento es el fuego, ya que esta estructura de piedra de 85 metros de altura y 256 escalones se construyó como elemento defensivo desde el que lanzar artefactos incendiarios a aquellos que trataban de conquistar esa zona de la ciudad, casi siempre sin éxito.
La Columna de Constantino: Evidentemente el aire es su elemento, el aire que surca su imponente estructura helicoidal de más de 35 metros de altura hasta la cúspide. Data del año 330 y estaba coronada en la punta por una estatua en honor del Emperador Constantino. La tradición cuenta que bajo su base se encuentran numerosas reliquias y suntuosos tesoros. Justo al lado se encuentran uno de los mejores baños turcos de la ciudad, una experiencia que sin duda merece la pena vivir.
El Hipódromo: En la tierra de este estadio se forjaron las leyendas de algunos de los mejores jinetes y luchadores de la historia. Poco se conserva de su estructura original, muy dañada por el paso del tiempo, pero hasta 100.000 personas se juntaban para presenciar las carreras. Tres obeliscos adornan actualmente su trazado, que como ya hemos indicado está muy deteriorado pero sirve para hacerse una idea de la majestuosidad que un día tuvo esta construcción que se encuentra muy cerca de otros grandes monumentos, como Santa Sofía o la Mezquita Azul.
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