No sólo es mágica por su situación, a caballo entre Asia y Europa. Su encanto trasciende a su historia y se centra también en sus habitantes, en sus callejuelas, en sus monumentos y en su urbanismo.
Desde luego la gran capital del imperio turco, la todopoderosa Constantinopla, hoy conocida como Estambul, es un lugar en el mundo que no se pueden perder.
Pero para una gran metrópolis es clave reducir su contaminación gracias a pulmones verdes. El más grande de ellos es el Parque Gülhane, situado junto al Palacio Topkapi.
Abierto al público en 1912, es el parque más antiguo que se conserva en la ciudad. Es el lugar idóneo para sentarse a contemplar cómo es la vida diaria de los turcos, de los habitantes de Estambul, que suelen acudir en mayoría a este oasis de paz, de tranquilidad y de relajación.
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Además, en el interior del parque se sitúan varios museos importantes de la ciudad, como por ejemplo el Museo Arqueológico de Estambul, una verdadera maravilla que deja boquiabiertos a los viajeros.
Para poner la guinda a la visita, nada mejor que tomarse un café, un té o una bebida típica en la espectacular terraza del parque, con vistas al mar.
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