Estambul es una ciudad impresionante y que respira vida, tradición y mestizaje por toda su área metropolitana. Es por ello que conviene adentrarse en otros distritos de la urbe y no sólo centrarse en las áreas más turísticas, como son el entorno del Cuerno de Oro, Sultanahmet o Gálata. En efecto, salir del centro de la ciudad y descubrir otros rincones que a veces no salen en las postales puede ser una buena manera de encontrar la verdadera Turquía.
Fener, Fatih y Balat son tres de los barrios más pintorescos de la antigua Constantinopla. La visita de sus calles y plazas nos transporta irremediablemente a otra época y nos ayuda a entender esa mezcla de razas y culturas que han erigido a Estambul como una de las ciudades más cosmopolitas del mundo. No obstante en su interior siempre han convivido personas de los tres principales credos monoteístas del planeta: musulmanes, cristianos y judíos.
Balat es el distrito donde mayoritariamente residen los judíos de origen griego. A éstos se les unieron desde el siglo XV muchos de los judíos sefardíes que fueron expulsados de España y cuyos descendientes mantienen intactas algunas de sus tradiciones, como la lengua.
Fener siempre ha sido considerado, desde el siglo XVI, como uno de los principales enclaves griegos de la zona y la muchos de sus vecinos son descendientes de los ricos habitantes que tuvieron cargos de importancia durante la época de esplendor del Imperio Otomano. En cualquier caso, en las últimas décadas, los acaudalados descendientes griegos se mudaron a otras zonas de la ciudad, siendo relevados por musulmanes ortodoxos más humildes.
En Fatih es donde podemos encontrar la mayor tradición musulmana de la ciudad. En lo más alto de esta colina se ubicaron los más fieles seguidores devotos de la religión de Mahoma.
Estos tres barrios constituyen una atractiva visita, alejada de los tradicionales circuitos turísticos y aunque cada vez son más demandados por los foráneos, dando un paseo por sus animadas callejuelas podremos descubrir otra cara del verdadero Estambul, la de la amabilidad de sus gentes y sin estar rodeados de turistas europeos.
Estos barrios son perfectos para recorrerlos andando y allí podremos contemplar verdaderas joyas arquitectónicas, como la Sinagoga de Ahrida, la más antigua y bella de Estambul, fundada antes de la invasión musulmana de 1453. Desde entonces ha estado en servicio. Tiene capacidad para 500 personas y se puede visitar aunque sólo para grupos organizados y previa reserva.
Otra buena opción es el Patriarcado Ortodoxo Griego, un conjunto amurallado que ha acogido al patriarca ortodoxo griego desde el siglo XVII. Uno de los monumentos más emblemáticos de la zona es la Iglesia del Pantocrátor, que data del siglo XII, un conjunto compuesto por monasterio e iglesia del que destacada su suelo de mármol. También destaca la Mezquita Fatih, a cuyas puertas cada miércoles se asienta un mercado que es un autentico espectáculo y en el que podremos encontrar desde frutas y verduras hasta ropas de diversos tejidos. Recomendable aunque no queramos comprar nada. Columna de Marciano: en una plaza se levanta esta columna de origen bizantino que tiene su origen en el siglo V, en cuya cúspide se sitúa una estatua en honor del emperador Marciano. Hemos ,mencionado solo algunos de los monumentos más destacados, pero puede apreciarse la presencia de una iglesia, de una sinagoga y de una mezquita, exponente claro de l mestizaje cultural que siempre han tenido estos barrios de Estambul.
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